Observatorio Sierra Nevada coronando la Loma de Dílar divisoria de las cuencas de los ríos Monachil y Dílar.
Fecha:21-8-2013 Hoya
de la Mora 7'30h.
M.I.D.E.:3,3,3,4. Lag. Yeguas 8'45h
Duración:
8h. (Semicircular) Lag. de la Ermita 9'45h.
Desnivel
en subida: 800 metros Lag. Puesto del
Cura 11'30h-12h.
Rangos
de temperatura: de 13'5ºC a los 23ºC Lagunillo Misterioso 13'30h.
Radiotelescopio
14'35h.
Hoya
de la Mora 16h.
Hay
un dicho montañero que afirma:
“hay
que subir como un viejo para llegar como un joven”
Pero
yo os aseguro que es mejor ser joven que viejo para comprobar la
veracidad de la afirmación.
Hace
unas semanas estuve recorriendo la cara este de la sucesión de cimas
que unen La Carihuela con El Elorrieta. Hoy voy a visitar en mi
excursión la cara oeste de los Tajos de la Virgen y el Tozal del
Cartujo. En realidad lo que voy a recorrer son las cabeceras de tres
de los ríos que nacen en la cara oeste de Sierra Nevada: Monachil,
Dílar y Dúrcal. Aprovecharé para visitar las lagunas y lagunillos
que están en mi recorrido: Yeguas, Lagunillos de la Virgen (4), De la Ermita (4), Misterioso, Carnero y Puesto del Cura ya que la de La Mula hace
semanas que está seca.
Para
ello me acerco con el coche hasta el Albergue Hoya de la Mora donde
lo dejo en el aparcamiento para iniciar la jornada. A menos de media
hora se bifurca el camino que hasta ahora era común para la subida
al Veleta. Avanzo cien metros escasos por la carretera de Borreguiles
para coger el sendero que dejando el complejo a la derecha remonta
hasta el collado (en la cabecera de la Loma de Dílar, donde se
encuentra el Observatorio de Sierra Nevada (2.896 m).
Todo
este recorrido de una hora aproximadamente lo hago por la cabecera
del río Monachil. Las primeras aguas que forman este río nacen a
los pies de la gran loma del Veleta. Aunque dispersos en su cabecera
y mermados por el acopio que se hace de su agua para llenar las
lagunas artificiales de la estación de esquí. En este recorrido de
subida voy atravesando diversos borreguiles con sus respectivos
arroyos que más abajo, ya unidos, formarán el río que recibirá el
nombre a partir de Pradollano.
Es
de los tres que voy a recorrer hoy el que tiene un nacimiento a cota
más baja coincidente con la zona ocupada por las pistas de esquí y
el complejo de construcciones más altas dedicadas a restaurantes e
infraestructura de telesillas y telecabinas. Sembrado de postes para
los remontes y cañones para la producción de nieve artificial se ve
surcada por numerosas vallas y señales indicadores de las pistas.
Una
vez que traspaso la Loma de Dílar, cambio de cuenca para adentrarme
en la del del río Dílar. La propia loma hace de divisoria entre
ambos. Al igual que la anterior son amplias cañadas que nacen muy
arriba, cerca de la cota 3.000, a los pies de la línea de crestas
que se prolongan hasta el Cerro del Caballo. Cuando el río acumula
suficiente caudal irá formando el acostumbrado barranco en V típico de
los ríos de alta montaña que veremos algo más abajo. Esta segunda
cabecera si tiene nacimientos definidos como son los desagües de la
Laguna/Embalse de las Yeguas y el de los Lagunillos de la Virgen,
punto más alto de mi caminar hoy (2.900 m).
A
partir de aquí toca descender porque esta cara oeste de la sierra es
abrupta y altamente escarpada, se precipita perdiendo altura
rápidamente formando grandes tajos, afilados espolones y extensos
cascajales difíciles de transitar. Como hoy no era de mi interés
hacerlo difícil he de perder altura rápidamente a los pies de los
Tajos de la Virgen para acercarme a un cuarteto de lagunillos que
entre grandes borreguiles y algunos ventisqueros que se resisten a
dasaparecer se asientan muy juntos entre sí en la cota 2.560 m.
La
cabecera del río Dílar es amplísima por lo que en su recorrido me
voy a encontrar diferentes afloramientos con sus pastizales
correspondientes, algunos de ellos ferruginosos, aportando al suelo
que recorren su típico color rojizo, antes de diluirse en algún
otro arroyo mayor. El continuo subir y bajar está asumido desde el
principio porque hay que atravesar varios espolones con sus
llamativas crestas afiladas que rápidamente recuerdan a los
Crestones o Raspones de la pasada semana, son formaciones típicas de
la acción glaciar a la que se vió sometida toda esta sierra en
épocas anteriores.
Termina
esta cuenca en la Cuerda de la Dehesa que a su vez es continuación
de la Loma de Peñamadura. Contrasta esta Cuerda de la Dehesa por
sus formas redondeadas, con menos rocas superficiales y bastante más
tierra a la vista. Aquí, si la época de visita no es muy avanzada podemos visitar diversos encharcamientos, muy someros y efímeros a los pies de los extensos ventisqueros que permaneces, estas charcas no tienen nombres asignados. Una vez alcanzado el collado correspondiente
vuelve a cambiar drásticamente el paisaje: las rocas vuelven a
aflorar y los cascajales se vuelven a mostrar en todo su esplendor.
De nuevo me toca descender para ya en la cuenca del río Dúrcal
salvar algunos tajillos. Ya desde el collado aprecio el nacimiento de
la acequia de Los Hechos que tras recorrer mas de diez kilómetros
llevará su agua a la cuenca del río Torrente.
Pero
yo me voy a mover casi doscientos metros más alto, intentando no
perder la cota conseguida ya que pretendo recorrer toda la cabecera
para terminar, si lo encuentro, en el lagunillo del Puesto del Cura,
final planificado para la excursión de hoy. Pero desde el collado la
amplitud del recorrido casi echa para atrás. No ayuda a emprenderlo
ver que el tramo de vereda (por fin un tramo visible) pierde altura
alegremente para salvar por debajo unos tajos.
Una
vez tomada la decisión me lanzo a recorrerlo para terminado el tramo
de bajada adentrarme en un pequeño barranco donde me encuentro uno
de los nacimientos más abundantes de agua de toda la mañana. Justo
al lado del sendero antes de perderse para el resto del recorrido, me
sorprende una de las fuentes del río Dúrcal. Más adelante cruzaré
el barranco central todavía no muy marcado del cauce y mas adelante
aun tendré que hacer de equilibrista en un tramo de rocas sueltas
que me obligan a pasar apoyandome en sus aristas.
Al
final lo encuentro. La laguna es muy difícil de encontrar si
previamente no se ha sabido ubicar, por su pequeñez, por estar
situada en una cubeta encerrada entra grandes bloques pétreos que la
ocultan hasta que estoy justo a su lado y porque por el lateral por
el que me aproximo no se divisa el arroyo que forma su desagüe.
Engañosa ésta pequeña laguna que en su juventud tuvo que tener
bastante más entidad.
La
baja cota a la que se encuentra (2.550 m) no le hubiera permitido
subsistir sin aportes importantes de agua que actualmente no se
aprecian por ningún lado debiendo ser todos ellos subterráneos. Su ubicación bajo los Tajos Altos (3000
m.) es seguramente lo que le salva aportándole el agua necesaria. La
he rodeado saltando de peña en peña para comprobarlo, lo que si he
visto es que bajo las piedras se extiende la lámina de agua bastante
más de lo que a primera vista aparenta. Los grandes bloques de
piedra desprendidos de la ladera le han debido restar buena parte de
su espacio original y me temo que cualquier otro desplome la oculte
definitivamente y candidatos rocosos medio sueltos en la ladera no
faltan.
Aquí
decido parar media hora para descansar y tomarme el bocadillo.
Aprovecho para descalzarme y que los pies se estiren. El caminar
sobre las aristas de las piedras acaban, a pesar de las botas,
haciendo mella en mis pies maltratados. No se me ocurre mojarlos ya
que se reblandecería la piel, con lo que el remedio sería peor que
la enfermedad para el regreso. Tras el rato de descanso hay que
retomar el caminar ya que como mínimo me quedan otras cuatro horas
hasta regresar al punto de inicio.
Dado
que apenas si visualizo sendero y que los hitos son escasos decido
improvisar y regresar allá por donde mi criterio me aconseje sin
tener en cuenta el recorrido de la ida. En ocasiones asciendo
bastante más que ésta mañana y en otras me dejo caer para visitar
algún prado o zona encharcada que por su verdor, estos pequeños
“oasis” ademas de alegrar la vista son un refugio dentro de la
aridez extrema circundante para muchos insectos y aves. Así me
encuentro un par de charcas junto a unos ventisqueros o una extensa
colección de blancos huesos en unos pradillos que atravieso.
Me
acerco al Lagunillo Misterioso (2.550 m.) no visitada en la ida por
haber transitado por otra cota. Pequeña y escondida laguna también
entre bloques pétreos, con peligro también de desaparición ya que
los desprendimientos le van comiendo espacio en su cabecera; protegida por la Arista del Cartujo, espolón pétreo que
desciende desde la cima y que tengo de él malos recuerdos ya que en
alguna visita anterior lo subí y me dejó marca perdurable por el
sufrimiento que acumulé.
Desde
aquí, teniendo de nuevo a la vista la antena y el Observatorio trato
de hacer un recorrido lo más cercano a la línea recta posible.
Quiero acabar junto al Observatorio porque desde su altura puedo
apreciar casi en su totalidad las dos cuencas: Monachil y Dílar a
derecha e izquierda respectivamente, dado que estoy justo en la cima
de la loma divisoria. Sólo queda descolgarme monte a través
buscando enlazar con el sendero que me conducirá hasta los albergues
para dar final a la jornada.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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