Río Genil junto al aparcamiento.
Fecha:
5-6-2013 Bco. S.
Juan 8'00h.
M.I.D.E.:2,2,3,3 Cortichuela 8'30h.
Duración:
7h (29.200p) Cabañas
Viejas 10'10h.
Desnivel
en subida: 900 metros Hornillo 10'40h.
Rangos
de temperatura: de 13ºC a los 22ºC Guarnón (río) 12'00h.
Vereda
Estrella 13'10h.
Bco.
S. Juan 15'00h.
Nos
contagiamos las emociones como los virus, pero mucho más las
negativas. Tenemos neuronas espejo y mecanismos que nos llevan a
imitar a los demás, a sentir lo que sienten, de forma inconsciente.
Las emociones negativas son señales de miedo y sabemos cuán atento
está el cerebro al miedo. (Elsa Punset).
De
nuevo inicio un recorrido a petición de mi acompañante, en este
caso mi hermano José Antonio, que no lo conocía. La subida al
Cortijo del Hornillo, siempre ha supuesto para mi una ascensión
ilusionante, quizás por que en ella se dieron, la primera vez que la
hice, factores muy singulares. Por un lado, yo entonces pertenecía a
un grupo de voluntarios adscrito al Parque Nacional y subimos en
grupo para iniciar la rehabilitación de la balsa situada algo por
encima del propio cortijo.
Recuerdo
que la balsa estaba prácticamente perdida, y comenzamos por ahondar
el inexistente fondo de la misma. Con la primer golpe de hazada que dí en el
terreno salió, milagrosamente íntegro, un sapo. Era verano y estos
animales se entierran durante buena parte del año, para despertar en
la temprana primavera movidos por el instinto reproductor. El sapo,
de mediano tamaño, embarrado en mi mano es uno de los recuerdos que
me mantienen ligado a esta balsa. Posteriormente los volví a tener
en mi mano, bastante mas grandes, cuando la charca se había
convertido en el habitat de una numerosa colonia.
Por
otro lado siempre tenía presente una fotografía que usaron durante
años como portada de uno de los mapas de Sierra Nevada, tomada
precisamente junto a esta charca en que se reflejaba el Mulhacén y
la Alcazaba en la lámina de agua. Durante años quedó la imagen
perdida en la memoria, ya que no conocía el sitio. Cuando llegué
por primera vez, aunque la charca estaba seca, lo reconocí al
instante. Sostengo que cuando encontramos lugares anhelados por su
impacto o por su belleza con actuaciones desarrolladas en los mismos
la memoria los fija y almacena para el resto de nuestros vidas.
Hoy,
desgraciadamente, he vuelta a encontrarme con el paraje bastante
abandonado, no sólo la balsa, medio vacía y sin apenas aporte
líquido, el propio cortijo tiene partes que se han venido abajo y la
acequia que le da servicio esta inutilizada por desprendimientos y
falta de mantenimiento. Invertimos cantidades cuantiosas en proyectos
de recuperación que después no somos capaces de mantener, el paso
del tiempo, ayudado desgraciadamente en muchas ocasiones, por algunos
animales "irracionales", colaboran a que el deterioro sea mayor en
magnitud acortando su vida normal.
He
aparcado el coche en la confluencia del río Genil con el San Juan,
en la explanada junto al Mesón. Enseguida nos hemos puesto en
camino, primero por la Vereda de la Estrella, para una vez superado
los primeros minutos de subida abandonarla por la derecha hacia la Hortichuela. Apenas tardamos una media hora en estar en las
instalaciones de la Hortichuela, tras atravesar la valla delimitadora
hemos recorrido las pequeñas construcciones y las dos pequeñas
charcas habilitadas en la parte baja. Todo por debajo de la
construcción original que actualmente sirve de cuadra para los
equinos usados en las labores de acarreo en la zona.
Ascendemos
por la pista para dejando las minas de serpentina a nuestra derecha
llegar a una explanada junto a un redil metálico donde el carril
muere y continúa ya el sendero. Fuerte subida de alrededor de media
hora para plantarnos en la hondonada que ocupó el Cortijo del Hoyo
donde el sendero nos ofrece dos opciones. El ramal de la derecha sigue su dura
ascensión hasta Haza Mesa. El de la izquierda, que nosotros tomamos,
nos acerca primero hasta el cortijo de Cabañas Viejas y después
hacia el Hornillo llaneando a lo largo de la loma.
La
subida fuerte ya está hecha, ahora el sendero, transita a media
loma, algo por encima de la línea de bosque, casi todo él de roble
melojo. Atravesamos algún barranquillo por el que baja agua y
cruzamos una acequia (fuera de servicio). Atravesamos los antiguos
pagos de al menos otro cortijo del que apenas quedan ni ruinas,
identificable por los antiguos bancales de cultivo que todavía
destacan en la loma. Tras pasar por un nacimiento, algo por debajo
del sendero, llegamos a una nueva bifurcación. Tomamos el ramal que
desciende hacia Cabañas Viejas (señalado por poste indicador) que
nos lleva hasta la hermosa era, situada un poco por debajo del cortijo y que
durante las tareas de rehabilitación de la zona fue habilitada como
Helipuerto.
Algo
más arriba el edificio del cortijo de Cabañas Viejas. Nave con
cubierta típica de launa delimitada por “lajas” de piedra del
lugar, dividida en dos habitaciones, una de ellas clausurada con
condado por su mal estado según letrero informativo en la puerta.
La otra en uso cuenta con una mesa, chimenea y un entarimado en alto
para pernoctar en uno de sus extremos. Recuerdo que este cortijo se
rehabilitó hace tres o cuatro años y ya está inservible en su mitad derecha.
Volvemos
a ascender suavemente, primero para ver un par de espacios vallados
dedicados a viveros de robles melojos, seguimos para acercarnos hasta
la balsa que daba servicio al cortijo, hoy medio vacía aunque
recibía un escaso aporte hídrico. Volvemos a enlazar con la vereda
que tras una corta subida y tras atravesar un sugerente bosque de
robles con fondo de la Alcazaba y el Mulhacén llegar hasta un pequeño
collado desde el que se domina, por primera vez, todo el complejo del
Hornillo.
Este
cortijo, creo que el mayor de toda la cuenca del Genil, está
compuesto de varias construcciones en las que se estuvo trabajando
hace algunos años. La primera, una nave larga con tejado vegetal del
entorno, a dos aguas dedicada a cuadra con un amplio aprisco a la
entrada delimitado por muro de piedra. Unos metros más arriba y
separados por una era dos barracones, de los que uno esta cerrado con
candado y el otro cerrado también una de sus dos habitaciones. Un
pequeño edificio anejo (por debajo del sendero) que se usaba como
almacén, al que se la hundido parte de la techumbre completa el
complejo. Ladera arriba a unos cincuenta metros se divisan unos muros
de piedra en seco que cerraban otros apriscos, imagino que usados
durante el estío ya que permanecían a cielo abierto.
En
los alrededores un par de acequias a niveles diferentes y un gran
espacio aparatado ganado en su día a la pendiente de las lomas, para
cultivo, hoy convertido en prados verdes. Seguimos ascendiendo para
llegar a la balsa con un pequeño abrevadero junto a ella. Tanto una
como otro en claro estado de abandono. La balsa con apenas un palmo
de sucia agua y sin apenas aporte nuevo. Imposible captar el reflejo
de los “reyes” en su escasa lámina de agua. El abrevadero
imagino que perdió su última humedad cuando se derritierron las
nieves que lo estuvieron cubriendo, echa en falta una mano amiga que
lo recomponga antes de que se venga abajo también.
A
pesar de ser consciente de los tiempos “económicos” que corren,
la impresión es que solicitamos partidas europeas para rehabilitar
parajes emblemáticos, acequias de riego o de careo, recuperación de
balsas, etc, con el pleno convencimiento de que una vez rellenados
los formularios y tomadas las fotos que ilustran los trabajos,
olvidarlos hasta tiempos mejores en que podamos volver a pedir
partidas para lo mismo, porque ya todo ha recobrado su aspecto
primitivo.
Decidimos
acercarnos, por el trazado de la acequia hasta el río Guarnón,
alrededor de la cota 2.000 m., aprovechando que está en desuso. En
su recorrido veremos por qué: hay tramos que se han desplomado
ladera abajo, otros en los que se ha cegado por algún
desprendimiento y en los escasos metros en los que por ella corre el
agua, ésta lo hace en sentido contrario hasta encontrar alguna
brecha por la que abandonarla y seguir barranco abajo. Una verdadera
pena emplear tanto trabajo y dinero para esto.
El
río Guarnón nace a los pies del tajo del Veleta, recoge el agua de
todo el circo glaciar delimitado por los propios tajos del Veleta, el
Cerro de los Machos y los tajos del Campanario que encierran su
cabecera y hoy bajaba con un caudal y bravura dignos de elogio.
Alimentado por los amplios ventisqueros de su zona más alta (2.800
m.-3.300 m.), que actualmente están en pleno deshielo, recibe
aportes por todos lados. El profundo barranco en V que lo contiene y
su gran desnivel (alrededor de 1.500 m. en apenas tres kilómetros de
recorrido antes de unirse al Real), hace que todos los aportes se
unan buscando el curso principal que discurre por el centro del
barranco.
Sólo
nos queda regresar, esta vez por el sendero, que nos conducirá,
primero al collado, junto a las antiguas ruinas de otro cortijo, para
salir del barranco y después en fuerte bajada dejarse caer hasta la
Vereda de la Estrella. Una vez en ella, alrededor de dos horas para
volver al punto de partida, tras pasar junto a la Mina de la
Probadora, el desvío hacia el Vadillo, o sentir la amplia sombra del
“abuelo”, castaño más que centenario que está declarado
Monumento Natural de la provincia. Sólo nos queda iniciar la vuelta
a Granada, después de atravesar la atractiva población de Güejar
Sierra, Pinos Genil y Cenes de la Vega.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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