Atardecer sobre Granada.
GRANADA. Mirando la
ciudad desde sus miradores II: Albayzín.
Fecha: 13-03-2013
"No
escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala
luego. Si eres capaz de revivirla tal cual fue, habrás llegado a la
mitad del camino".
Horacio Quiroga.
Hoy
me voy a acercar hasta cuatro de los miradores que mencionaba en la
anterior entrada dedicada a estos pequeños enclaves desperdigados
por entre las calles de Granada para disfrutar de excelentes vistas sobre la
ciudad. Serán los de la Torre de la Iglesia de San Miguel Bajo, la
Ermita de San Miguel Alto, para ya de regreso enlazar -durante la
bajada hacia el centro de la capital- y acercarme hasta la Plaza de
los Carvajales, y finalizar en un pequeño mirador enfrentado al medio
Albaicín ubicado a media ladera entre el Paseo de los Tristes, junto
al río Darro y las murallas de la Alhambra, al final de la calle
Almanzora Alta.
San
Miguel Bajo (torre de la iglesia).
Accedo hasta la plaza de San Miguel Bajo a través de la cuesta de la
Alhacaba y Carril de la Lona, éste último ya anticipa buenas vistas
de la ciudad. Me acerco también a la Puerta Monaita al principio del
Carril, con su acceso en rampa escalonada y quebrada para facilitar
su defensa. Lástima que los vándalos, no aquellos invasores
primitivos que estudiábamos en el colegio sino los contemporáneos,
se dediquen con ahínco a pintarrajear cualquier monumento sin
importarle nada su antigüedad, importancia o singularidad.
Este
mirador se ha habilitado recientemente aprovechando que se han hecho
otras reparaciones en la propia iglesia gracias al interés y el
esfuerzo de los propios cofrades (ya que las instituciones civiles o
religiosas han declinado responsabilidades y aportaciones), dado que
estaba abandonada durante demasiados años. Aprovechando estas
reparaciones se ha adecentado la torre y se permite el acceso a ella
los sábados y domingos después de las misas respectivas. Para su
visita se solicita un donativo de dos euros por persona.
Esta
estrecha torre cuenta con cuatro plantas habilitadas actualmente como
almacén de cuadros, ropa de semana santa de los cofrades, para ya
arriba abarcar buenas vistas de la propia plaza donde se levanta la
iglesia y amplias zonas de los alrededores. Avistamos desde su
campanario casas generalmente de dos o tres plantas alternando los
tejados con las terrazas y al fondo los barrios de la Chana y
Pajaritos de Granada junto con la estación de Renfe, todo ello hacia
el oeste.
Dominamos
todas las cubiertas de Santa Isabel la Real y las de la propia
iglesia de San Miguel con la Alhambra y Sierra Nevada de fondo. Al
norte destaca una buena vista del mirador de San Cristóbal (anterior
entrada) y la iglesia de San Bartolomé con su adornada torre.
Es
un mirador que por encontrarse en medio del barrio y no tener una
altura excesiva no permite llegar a más, pero la novedad y la
accesibilidad a vistas inusuales le hacen interesante. Recordar que
esta iglesia engloba bajo una de las escalinatas de acceso a una de
sus capillas la bóveda del aljibe cuyo brocal podemos ver en la
fachada lateral, quedando toda la estructura del aljibe en el
subsuelo de la propia capilla (incrustada entre la escalinata de
acceso) e interior de la iglesia. No es el único caso.
San
Miguel Alto.
Para llegar al siguiente mirador si no conocemos el barrio debemos ir
acompañados de alguien que nos haga de guía o necesitaremos un
plano, ya que hay que atravesar todo el alto Albaicín hasta la
Placeta de Cruz de Piedra (por su cercanía aprovecharemos para
visitar la Puerta de los Almendros o Arco de Fajalauza), remontar por
el Carril de San Miguel que en su segunda mitad asciende a la colina
pegado a la antigua muralla defensiva árabe, hasta llegar a la
propia Ermita.
La
Ermita se halla en la cima de la colina de su mismo nombre, ocupa el
lugar de la antigua Torre del Aceituno, de época musulmana datándose
alrededor del año 1.671. destruida durante la ocupación francesa
por su valor estratégico fue reconstruida algunos años después.
Acoge el último domingo de septiembre una multitudinaria romería
motivada por la festividad de San Miguel Arcángel. A las espaldas de
la fachada y entrada principal de la ermita hay una fuente (fuente
del Aceituno) en la que nos podemos refrescar.
Es
el punto más alto que ocupó la muralla nazarí (siglo XIV) que
rodeando el alto Albaicín le daba protección. Si la divisamos desde
la distancia apreciaremos que junto a la muralla cierra todo el
paisaje del Albaicín y desde ella se obtienen una de las mejores
panorámicas de la ciudad. El acceso con vehículo se puede hacer a
través de la barriada de Haza Grande hasta llegar a la gran explanada
que se ubica detrás de la Ermita, antiguo campo de futbol disfrutado
por muchos de nosotros en nuestra adolescencia, hoy rediseñada mediante un paseo arenoso con algunos árboles en las márgenes.
Excelente
lugar para todo aquel que quiera sentir la ciudad a sus pies,
causando la impresión de que tanto la Colegiata del Salvador, como
la Iglesia de San Nicolás se encuentran en un mismo plano con la
Catedral y todo casi al alcance de la mano. El espacio entre la
Ermita y las casas blancas que aparecen más abajo está horadado por
multitud de cuevas, cuya entradas, mayoritariamente orientadas hacia el sur,
sirven de morada a inmigrantes habiendo una generosa colonia de
senegaleses entre ellos, el resto del cerro en estas fechas presume
de un intenso color verde.
Parte
de la muralla desaparecida se sustituyó por una doble hilera de
piedras superpuestas procedente de Sierra Elvira, dejando un pasillo interior y
un acceso (puerta) entre ambas vertientes; solución arquitectónica
que en su día fue muy contestada, con el paso de los años ha
quedado en el olvido no hablándose de ella en la actualidad.
Plaza
de los Carvajales.
Tras la visita a la Ermita, punto mas alto de mi recorrido de hoy
sólo queda bajar. Voy a hacerlo por una amplia escalinata que
recorre la colina loma abajo dirigiéndose hacia la pequeña Plaza
Cruz de Rauda, curiosa cruz adornada con dos farolillos, uno para el
crucificado y otro en el reverso para una dolorosa. Recorrer la calle
del Agua, Plaza Larga, bajar por la Cuesta de San Gregorio para
desviarme a medio recorrido hasta llegar a este pequeña plaza
Esta
plaza escondida entre un amasijo de callejuelas difícil de encontrar
si no se domina el barrio, no tendría interés alguno ajeno a su paz
y tranquilidad con falta absoluta de ruidos ya que el tráfico no
circula por las proximidades, si no fuera porque se encuentra
totalmente enfrentada a la Alhambra a una cota bastante inferior al
Mirador de San Nicolás con lo que la panorámica es distinta,
apreciando mejor el bosque de San Pedro junto a la altura real de la
muralla y los torreones defensivos. De derecha a izquierda divisamos
buen número de ellos:Torre de la Vela, Torre del Cubo, Torre de
Comares, Peinador de la Reina, Palacio del Partal, Torre de los
Picos, Torre de la Cautiva, Torre de las Infantas. Todo frente a
nosotros.
Plaza
muy frecuentada por la juventud de la zona y escasos turistas que dan
con ella. La recorre longitudinalmente una alargada fuente que cuando
tiene agua sirve de espejo para los torreones de la Alhambra creando
una estampa muy sugerente. Hoy estaba además de seca sucia ¿cuando
aprenderemos a cuidar los detalles?.
Calle
Almanzora Alta.
Sigo descendiendo por callejuelas que desembocan en San Juan de los
Reyes, ya que busco llegar a la Plaza de Santa Ana para acceder al
último de los miradores programados para hoy. Por detrás del Pilar
del Toro asciende una estrecha callejuela escalonada que me va a
acercar hasta el próximo destino. Este mirador de Almanzora ocupa
los últimos metros de la calle. Una calle sin salida que muere a las puertas de un carmen.
Los
últimos cincuenta metros la calle se ensancha discretamente formando una seudo plaza que hace de mirador, protegidos de posibles
caídas por un murete de un metro de altura. Nos encontramos a media
altura entre el rio Darro y las murallas de la Alhambra. Enfrente
buena parte del barrio del Albaicín. El mirador e iglesia de San
Nicolás enfrentados pero más altos coronan el paisaje edificado de
enfrente. Ocupan todo el espacio las edificaciones de dos o tres alturas salpìcadas
de esbeltos cipreses y pequeñas parcelas verdes. Las casas casi en
su totalidad pintadas de blanco por lo que llaman nuestra atención
las escasas excepciones. Multitud de pequeños tejados ocupando por
completo los diferentes niveles invitan visualmente a hacer un
recorrido ascendente para terminar en el horizonte del cielo.
Una
vez terminadas las visitas desciendo de nuevo hasta Plaza Nueva para
retornar hacia casa. Ahora me percato que en toda la mañana no me he
parado ha tomar ni un café, ni lo he necesitado ni lo he echado en
falta, el interés estaba en otros lugares.
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